Casas del Turuñuelo

El yacimiento tartésico Casas del Turuñuelo, que se excava desde hace cuatro años en el municipio pacense de Guareña, supone el mayor hallazgo arqueológico del último decenio en España y confirma el fin de esta civilización, la primera de Occidente, hace 2.500 años en el valle del Guadiana.

A cada paso que avanza, el yacimiento del Turuñuelo de Guareña, en las Vegas Altas del Guadiana, en Badajoz, ofrece nuevos e insólitos descubrimientos sobre la etapa final de Tartesos, la mítica civilización que floreció en el suroeste de la península Ibérica en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Destruido y sellado por sus propios moradores hace 2.500 años, el único edificio de dos plantas que se conserva de aquella época está ofreciendo información muy valiosa gracias a sus avanzadas técnicas constructivas y los abundantes hallazgos materiales y de restos de vida que van apareciendo en su interior.


La gran novedad de la actual campaña son los huesos de una persona adulta, probablemente un hombre de en torno a 1,67 metros de altura, que proporcionarán ADN para seguir investigando. Un cuerpo humano que apareció el día de San Desiderio «en un magnífico estado de conservación» y que ha sido bautizado con ese nombre supone otro de los descubrimientos significativos del yacimiento, ya que entonces las personas eran incineradas no inhumadas, por lo que puede ofrecer «muchísima información» tras estar siendo investigado en distintos centros europeos. Estos restos se han descubierto en una estancia distinta del patio en el que han aparecido medio centenar largo de caballos y otros animales sacrificados, creen los investigadores, en una especie de ritual.

Entre otros importantes hallazgos que ofrece el Turuñuelo, Celestino ha señalado los pies de una escultura griega de mármol, de la que se espera que aparezca también el cuerpo en sucesivas excavaciones y que confirmaría la existencia de referentes griegos en la península antes de la civilización romana. Está tan excepcionalmente conservada que mantiene la policromía: el azul egipcio del pedestal y el rojo de los pies y las uñas.
Los análisis hechos indican que el mármol procede de las islas Cícladas, el archipiélago griego situado en el centro del mar Egeo. A la espera de localizar el resto de la escultura —que revelará si se trata de una figura masculina o femenina—, los investigadores explican que se trata probablemente de un encargo llegado al Badajoz de la protohistoria desde aquellas lejanas tierras.

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